domingo, 29 de noviembre de 2009

Sobre el mal llamado pinganillo

No. No se llama pinganillo.

Aclarado este punto pasemos a hablar de la radio, ese artefacto tan odiado por el aficionado y tan "necesario" desde el punto de vista ciclista/director. No no engañenmos. Lo que para el espectador desde su sofá es la perversión de la libertad individual del ciclista y del espectáculo para el mánager desde su automóvil supone tener todo bajo su control. De otra manera sería complejo explicar el porqué de su importancia en el ciclismo actual, con todo lo que eso conlleva. Y con eso me refiero a los míticos nueve tipos a pie del último puerto para que un robot rubrique la victoria en lo alto de, pongamos, Hautacam o Alpe D'Huez.

La UCI pretende erradicar la radio entendida como la entiende el mundo ciclista hoy en día. Es decir, la radio particular y privada de cada equipo mediante la cual el director decide quién ataca, cuándo, porqué y cómo. La radio que hace del cilista un engranaje más sin libertad de movimientos. Cabría preguntarse si es de real utilidad ya que ejemplos de la incompetencia de los directores los hay a raudales, y uno de ellos es el de Valverde descolgándose dirección Sauces en una puerto de segunda sin apenas mayor complicación para dejarse dos minutos en meta. Era 2008 y Contador caminaba hacia su Vuelta a España. ¿Unzúe le dijo algo así como a dónde vas alma de cántaro, que baje un compañero a por el chubasquero? No parece.

Yo estoy a favor de una radio colectiva semejante a la de la F-1. Frecuencia abierta donde las órdenes de equipo queden al descubierto y sean levemente frenadas. La frecuencia abierta, algo parecido a Radio-Vuelta o Radio-Tour permitiría comentar los lances peligrosos de la carrera, otorgando así la seguridad que tanto pregonan los ciclistas y directores, sin que por ello el corredor se vea coartado por las decisiones que se toman desde el coche, donde las sensaciones y sobre todo las piernas tienen poco que ver. Es la solución más inteligente y que más contenta, o debería, a todos, pero mucho me temo que las intenciones de la UCI son sueños húmedos sobre papel mojado.

¿Recuerdan lo que sucedió durante el pasado Tour de Francia? El 14 de julio, día de la festividad francesa, la organización decidió correr sin radio. A excepción de los equipos franceses, el Skil-Shimano y el Garmin el resto de equipos boicoteó la etapa donde se escaparon tres franceses más el siempre admirable Ignatiev. Carera-farsa, últimos veinte kilómetros a velocidad de crucero y victoria en meta para Cavendish. El estamento ciclista no admite injerencias en sus deseos y penaliza con la exclusión y la marginación a todos aquellos que decidan no obedecerle —cómo olvidar a Simeoni y Armstrong en 2004—. Como una mafia, en suma. La noticia es positiva pero no creo que llegue a ser exitosa. Veremos, como siempre.

Imagen | Universo Ciclista

sábado, 28 de noviembre de 2009

Virus

[Virú siendo detenido]

Nunca dejen de sorprenderse. Y menos si el ciclismo está de por medio, aunque, perimitirán el inciso, esta vez el premio gordo de una operación de la Guardia Civil contra el dopaje no es un ciclista. Es un atleta: Paquillo Fernández, marchista, notable competidos, en muchas ocasiones el único metal que la delegación española obtenía en los mundiales o las olimpiadas. Bah, pero es un caso aislado, dirán, como siempre. Claro, claro, pobrecitos atletas, señalados por culpa de una oveja negra. ¿Tan malo es Paquillo? ¡Si no ha dado positivo! Continuarán. Ya, no ha dado positivo pero la Guardia Civil ha encontrado EPO en su domicilio, lo cual es muy decidor.

La nueva redada contra el dopaje toma el nombre de Operación Grial, por la sangre, supongo, y algún día habría que preguntarse quién narices pone nombre a las operaciones policiales porque el tío debe ser un cachondo. El caso es que el principal detenido es Walter Virú, un hermodruida peruano que ya apreció implicado en la Operación Puerto junto al nombre del siempre presente Eufemiano Fuentes como médico del Kelme. Su historia es muy divertida y la cuenta muy bien Arribas en El País, especialmente el pasaje de la automedicación en Portugal. Menos divertida es la excusa de porqué narices no fue detenido Virú en su día: "Paralelamente a la investigación en Madrid de las actividades de Eufemiano Fuentes, la Guardia Civil también vigilaba a Viru, y estaba dispuesta para actuar cuando una súbita merma de efectivos obligó a sus mandos a centarse sólo en Madrid". Puaf.

En fin, que hay varios ciclistas implicados, ninguno de relevancia alguna y la Federación, sin que sirva de precedente, sospecho dada la irrelevancia de los cazados, se personará contra ellos. Veremos si Odriozola, presidente de la Federación de Atletismo, hace lo mismo. Virú, un virus a fin de cuentas del deporte, cazado. Por cierto, interesante método de actuación el suyo. La noticia sería positiva sino fuera porque en España ningún ciclista colabora para cazar a su entorno y porque Virú, evidentemente, mantiene silencio. Por cierto, se cumplen tres añitos de la Ley Antidopaje, creada para luchar contra el entorno del dopado, y de ella sabemos más bien poquito porque es absolutamente inútil. Como lo será esta vez. Mientras en otros países los cazados cantan y son útiles para desarbolar a quien le administra la mandanga, en España no habla nadie. Y así nos luce el pelo, Paquillo.

P.D.

Kolobnev al Katusha. La noticia merece mayor atención por el corredor en cuestión, un tipo que a buen seguro estará entre los mejores del mundial el próximo año sin haber hecho absolutamente nada durante toda la temporada. Al Katusha de Colom, Pfannberger y Steegmans negándose a firmar que, en caso de positivo, se quedaba sin sueldo.

Imagen | Diario de Navarra

martes, 24 de noviembre de 2009

El Team Sky busca a Wiggins

En Gran Bretaña el ciclismo está de moda. Sorprendentemente, claro, habida cuenta del estado de degradación que cuenta este deporte a nivel mundial por méritos propios. Sea como fuere parece claro que el futuro del ciclismo se escribe en inglés y lo protagonizan anglosajones: ahí está el súper-hombre que superó el cáncer y volvió con 38 añazos para ganar su octavo Tour, ahí está Millar, el hombre crono, como Boardman, su antecesor; y ahí estuvo este año Bradley Wiggins. La historia de Wiggins es cuanto menos curiosa. Un tipo que ha rotado toda su vida entre el ciclismo en pista —en Gran Bretaña es un deporte de notoria afición— y la ruta. En ruta jamás hizo nada. La única imagen que este aficionado guarda en su memoria del inglés es una heróica escapada en solitario durante toda una etapa llana del Tour sin que llegara a ninguna parte, claro. Corría con el Cofidis.

[El día de su solitaria escapada]

Transitó de equipo en equipo —François de Jeux, Credit Agricole, Cofidis, Team Columbia— sin hacer absolutamente nada destacable y llegó el año pasado al Garmin, el equipo del anteriormente dopado David Millar. Allí se juntó además con otro insigne contrarrelojista americano, siempre a la sombra de Lance Armstrong, Christian Vandevelde. Y, señores, por arte de magia, tras hacer un papel mediocre en el Giro de Italia y sin haber superado jamás la alta montaña con los mejores, va, se marca un Tour antológico y sorprendente y se queda a bien poquito de subir al podio de París. ¿Cómo? ¿de la noche a la mañana? ¿eso es posible? Wiggins se encargó de demostrar que sí, algún día tendrá que explicarnos cómo.

[Ganando en pista]

Así que el Team Sky, equipo fundado por la corporación televisiva británica y que aún no cuenta con un buen líder para las grandes vueltas puso el ojo en Wiggins, el inesperado pistard que de repente se puso a trepar como un sherpa. El Team Sky cuenta ya con una buena pléyade de ciclistas. Muchos de ellos procedentes del extinto Barloworld, con un claro sabor anglosajón, a quienes se suman varios Columbia, entre ellos, uno de los mejores ciclistas del pelotón internacional y que este año ha hecho de todo: Edvald Boasson Hagen. También Flecha ha fichado por el Sky, como Henderson, el descomunal Pauwels gregario de Sastre en el Giro, Lovkvist, Arvesen del Saxo Bank y otro ciclista que ha crecido en el último año de un modo espectacular: Simon Gerrans.

Un muy buen equipo, peligrosísimo en las clásicas si suma algún que otro corredor de nivel y que se llevará un buen saco de victorias al final de año presumiblemente a falta, como decimos, de un jefe de filas para las grandes vueltas. De conseguirlo se convertirá en un equipo temible. Y más si es Wiggins, el transformer. Veremos en qué queda todo ya que el Garmin, sabedor del potencial de este nuevo vueltómano, ha dicho que ni de coña se llevan a Wiggins, complemento perfecto para la pléyade de contrarrelojistas que conforma el Garmin junto a Millar, Vandevelde y Zabriskie.

P.D.1

20 años para da Ros. Un ejemplo de cómo se deben hacer las cosas y un agravio comparativo respecto a España en el que nuestras autoridades anti-dopaje no salen muy bien paradas, la verdad. ¿Saben de algún ciclista sancionado por la Operación Puerto? ¿no encuentran la respuesta? Desistan de buscar. No los hay.

Imagen | Google Images

viernes, 20 de noviembre de 2009

Un equipo por y para Armstrong

[Sí, esa mirada mata]

Un año ha durado Lance Armstrong en el Astana. Su temporada no merece mayor repaso: rodaje sin llamar demasiado la atención en los primeros meses, se marca un duodécimo puesto muy digno para un señor de su edad en el Giro y llega al Tour para ganarlo, de manera increíble. La machada del Giro era ya de por sí increíble en un tipo de 38 años, pero en cierto modo asumible. Lo del Tour no tuvo nombre: tercero. Ahí es nada, tras tres años alejado de la competición. Nunca dejen de sorprenderse, como bien saben.

Pues bien, terminado su periplo al lado de Contador en el conjunto kazajo y sabedor de que quiere ganar una vez más el Tour, se ha largado del Astana y ni corto ni perezoso se ha montado un equipo llamado Radio Shack para él solito, donde mantenga su círculo de amistades y donde sea el líder máximo sin que nadie le tosa. Se ve que Contador causó cierta desazón en el tejano y en 2010 espera vengarse a su manera, comportándose como el tirano que fue durante siete años en la ronda francesa. Por supuesto no esperen que Armstrong planee ganar cualquier otra carrera: su equipo rota en torno a julio y pobre de aquel que aspire a algo más.

[Armstrong y Bruyneel viendo la París-Niza 2009, descojonándose, claro]

A buen seguro que el Radio Shack nos teletransportará a los viejos tiempos del Us Postal, ese hiperequipo de rendimiento fisiológico metahumano. No en vano Johan Bruyneel volverá a estar al volante de la escuadra, siempre cerca de su íntimo amigo el tejano, para lo deportivo y para lo extradeportivo. Con él, dos viejos gregarios del americano: Ekimov y Azevedo, conocedores de todo aquello que necesita un ciclista para rendir en julio. Y la pléyade de ciclistas del Astana que no ha querido estar cerca de Vinokourov ni de Contador, tomen aire: Brajkovic, Horner, Kloden, Leipheimer, Paulinho, Popovych, Rast, Rubiera y Vaitukus.

[Leipheimer ha preferido volver a ser gregario]

Especial mención merecen Kloden y Leipheimer, dos ciclistas que se resignan a ser gregarios en vez de aspirar a algo más. En el Sky Team andan pidiendo un jefe de filas pero Leipheimer, muy fiel, ha preferido volver a ser gregario de Armstrong. Pues bien, verán como el Radio Shack, que además cuenta con el patrocinio de Nike y Trek gracias al tirón mediático de Armstrong, recordará al difunto Us-Postal. Nueve corredores a pie de puerto y esas cosas. Tan sólo espero y deseo que esta vez Armstrong no haga de cada julio un motivo por el que apagar el televisor y odiar este deporte.

Imagen | De archivo

martes, 17 de noviembre de 2009

El País Vasco lo merece

[El Euskaltel Euskadi, financiado con dinero público, es el único equipo español ProTour]

1978
. Desde tan insigne fecha la Vuelta a España no pasa por el País Vasco. Y es una pena, una lástima, que el orgullo nacionalista vasco, de rancio abolengo, incapaz de modernizarse, obsesionado en lidiar una batalla ficticia entre vascos y españoles, haya impedido que la Vuelta pase por una región absolutamente devota por el ciclismo.

Es la única región de España donde realmente hay pasión por el ciclismo. Ahí está la única clásica digna de llamarse como tal, San Sebastián, la Subida a Urkiola y la Vuelta al País Vasco, punto de preparación para tantos y tantos clasicómanos de cara al tríptico de las Árdenas. Pues bien, una vez el Parlamento Vasco ha dado paso a una mayoría no nacionalista —figurada, claro, un 11% del electorado vasco iba a votar a D3M—, las autoridades vascas han lanzado sendas peticiones a la Federación Española de Fútbol y a Unipublic para que tanto la Selección Española de Fútbol como la Vuelta regresen a territorio vasco.

[Barredo se llevó la última Clásica de San Sebastián, la clásica más notable que se disputa en España]

Es una buena noticia. Una grata noticia. Una alegría para este deporte que necesita de nidos devotos por el ciclismo como el comer. En plena crisis de afición se antoja complicado encontrar un lugar donde las cunetas estén más a rebosar que en el País Vasco. La exigüa excusa que han argumentado durante tantos años los nacionalistas para vetar alegóricamente la llegada de la Vuelta al territorio vasco carece de sentido ya que, de algún modo, es ceder a la amenaza terrorista. Es supeditar el funcionamiento de la comunidad autónoma a la sinrazón etarra, sin duda, lo que más desea el grupo terrorista, ahora patéticamente desarbolado para gracia de todos los ciudadanos.

[La Vuelta al País Vasco es punto común de grandes figuras del ciclismo internacional. Contador, en la imagen portando el maillot de líder, se ha llevado las dos últimas ediciones]

La pelota está en el tejado de Unipublic, claro. En su mano está devolver la Vuelta al lugar de su nacimiento, ya que, no en vano, fue El Correo el diario creador de la ronda nacional. En su mano queda decidir si un pueblo realmente aficionado al ciclismo merece o no el espectáculo incomparable de los mejores ciclistas del pelotón mundial surcando durante dos o tres días sus carreteras. Ójala, por el bien del deporte, por el bien del ciclismo, del espectáculo cívico alejado de los intereses políticos, de los vascos, de todos los españoles, en suma, la Vuelta regrese a un coto vedado desde hace treinta años. No hay mejor arma para desarbolar el terror que la algarabía de miles de vascos alentando un espectáculo repudiado por sus simplonas y obsoletas mentes pretéritas. El País Vasco lo merece. Sus aficionados lo merecen. El ciclismo lo merece.

En la línea, recomiendo leer la editorial de hoy de El Correo. Inteligente y moderada, no hay mejor manera de explicar porqué la Vuelta debe volver al País Vasco.

P.D.1

El Liquigas ya tiene configurada la plantilla para la próxima campaña. Basso de nuevo como jefe absoluto de filas en detrimento de corredores de mucha mayor talla y futuro como Kreuziger o Nibali. Dice que quiere volver al Tour. Espero que lo haga, de todo corazón, como al igual espero que se pegue el tortazo de su vida en la ronda francesa.

P.D.2

Contador se hace de oro con un contrato individual con Specialized. En otro orden de asuntos, y en contraposición absoluta con la posdata anterior, La Gazzetta dello Sport afirma sin rubor alguno que Contador gustaría de contar con los servicios de Basso en agradable e íntima compañía. Desde aquí, un abrazo para Birillo y AC.

Imagen | Esciclismo, Google Images

sábado, 14 de noviembre de 2009

La temporada de Carlos Sastre

A los niños hay que educarles. Y que un niño quiera educarme a mí lo veo complicado. Me da igual lo que diga.

Tan desconcertantes declaraciones las firma Carlos Sastre Candil, abulense, líder absoluto del Cervélo, ganador del Tour de Francia 2008 defendiendo los colores del CSC-Saxo Bank. 34 añazos, profesional desde 1998, ha transitado toda su vida entre la ONCE de Manolo Saiz, Beloki y compañía y el CSC de Bjarne Riis, Hamilton e Ivan Basso. Carlos Sastre es un corredor mediocre en el mejor sentido de la palabra. No destaca en nada más allá de una encomiable regularidad y sin embargo atesora un inverosímil Tour de Francia en el que ganó con 33 años a corredores de mayor talento que el suyo. Mediocre, sí, pero vencedor de la prueba por la que ciclistas de mayor enjundia suspiran, como Alejandro Valverde.

[Sastre de amarillo en París]

Si hacemos algo de memoria, Carlos Sastre llegó al Tour de Francia 2008 como líder para la general del CSC, el equipo más potente de largo de la competición. A su vera, los Schleck, Frank, el mayor, como segundo espada y Andy como gregario de su hermano. Cancellara, Voigt, Sorensen y etcétera. Sastre es un incomprendido y lo ha sido toda su vida, lo cual no cambió en aquella edición. Sastre atacó en Prato Nevoso a Evans, líder, pero Schleck hizo lo propio aprovechando la escasa ventaja que el austaliano le sacaba en la general. Sastre llegó quinto aquella etapa, junto a Kohl, los primeros de los favoritos. Frank, por contra, se vistió de amarillo. Y como desde el inicio del Tour el CSC fue una bicefalia, Sastre asumió que podía ir por libre.

Así lo hizo, atacó en Alpe D'Huez siendo su compañero de equipo maillot amarillo, se engalanó con los colores húmedos de todo escalador español y defendió de manera increíble la ventaja que tenía respecto a un especialista como Cadel Evans contra el crono. Ganó el Tour. Nadie protestó. Nadie más allá del propio Sastre, quien siempre pareció resentido ante al afrenta que los Schleck debieron llevar a cabo intentando defender su preciado maillot amarillo. Esto es: ante el ataque de Sastre los Schleck, según el abulense, tiraron para frenar su camino. Nada más lejos de la realidad, claro. Y, aunque fuera así, ¿no existía una dualidad en el liderazgo del equipo?

En fin, que Sastre se enfadó mucho y de ahí las declaraciones de ahí arriba, llamando a Andy Schleck niñato. Sastre es así, un incomprendido, un siempre mal ponderado corredor. No olvidemos que hasta el 2006 en el CSC era un mero gregario allá por donde pasaba. Primero de Olano, luego de Beloki, más tarde de Hamilton y finalmente de Ivan Basso, los tres últimos de afamadas prácticas extradeportivas. La oportunidad de su vida le llegó en 2006, en el Tour de Pereiro, donde se lanzó a cazar a Landis el día de su triste exhibición. No fue capaz. Tercero en el Tour ese año, en 2008 tercero en la Vuelta y este año tercero en el Giro tras el positivo de Di Luca.

[El día de su inhumana exhibición en la primera etapa que se llevó en el Giro]

¿La temporada de Carlos Sastre? Observarán que he hablado más bien poco de ella. No da para más. Participación irrisoria en País Vasco con su nuevo equipo, el Cervélo, prácticamente creado por y para él —que finalmente ha resultado ser el mejor equipo de todo el circuito internacional junto al Columbia, sorprendente— Giro y Tour. Una constante en la vida de Sastre. Siempre peleando por hacer algo en las grandes vueltas. Siempre hasta que sonó la flauta en 2008, claro. El caso es que con 34 años se salió en el Giro ganando dos etapas de manera bárbara y haciendo cuarto, todo ello a pesar de un fatal desfallecimiento el día del Blockhaust. Sencillamente descomunal.

[Su expresión más recurrente durante el pasado Tour: impotencia]

El positivo de Di Luca por EPO-CERA provocó que pasara a la historia como el segundo corredor español de la historia capaz de hacer podio en las tres grandes. Y eso que el Giro era un objetivo secundario en su preparción hacia la defensa del Tour. ¿Y el Tour? Se hundió. Eso sí, de manera mucho más digna que sus compañeros de cajón el año pasado, Menchov y Cadel Evans. Sastre lo intentó de manera patética el día de Le Grand Bornard, en el que atacó reiteradamente a pie de puerto al trenno del Astana. Parecía ir a otra velocidad, a una menos en concreto, respecto al liderísimo equipo de Contador. Fue ridículo. Sin embargo, como ya digo, al nivel de Menchov y Evans. Hombre, aquí rompo una lanza en favor de Sastre: el Tour 2008 lo parecieron dominar personas humanas. El del 2009 no. No es casual que los tres primeros de la ronda anterior desfallecieran de manera espectacular ante el mejor vueltómano, Contador, el niño prodigio, Andy, y el texano recuperado para la causa, Armstrong.

Fracaso en el Tour y depresión. Porque, verán, desde julio, Sastre no se ha colgado un dorsal. Para qué. Este año dice que va otra vez a por el Tour. Apuesto a que con Contador y el RadioShack de por medio ni él ni tantos otros tienen nada que hacer. Quizá pruebe a hacer ota machada en el Giro, porque claro, Sastre sólo entiende de Grandes Vueltas. El resto de competiciones deben merecer su desprecio.

Imagen | Esciclismo, Carlos Sastre, de archivo

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La larga sombra negra que persigue al ciclismo

El dopaje es una lacra que se extiende más allá del puro deporte. Abarca también a la Administración Pública, últimamente obsesionada con hacernos ver que España lucha contra el dopaje cuando las noticias más recientes indican todo lo contrario. Abarca al periodismo, y qué mejor ejemplo de ello que Carlos Arribas, periodista de El País que destapó la Operación Puerto a medias por aquello de que "no hubiera una generación perdida". La historia de Arribas tiene su miga: de destapar en exclusiva mundial la mayor redada contra el dopaje en la historia a convertirse en un aférrimo defensor de Valverde o Contador, dos ciclistas implicados, hasta el punto de ocultar la reseña 18.Valv.(Piti), tan famosa y que le ha causado al murciano una sanción de dos años en Italia. Y abarca también al deportista una vez finaliza su periplo deportivo. Pruebas de ello lo encontramos en el erróneamente idolatrado Pantani se suicidó—, en el martirizado Chaba Jiménezconsumido por su adicción—, o en Fignon, doble ganador de Tour de Francia que ha publicado hace bien poco una autobiografía en la que desvela los entresijos del dopaje de principios de los 90. Tiene cáncer. Vivirá como mucho dos años.

La sombra del dopaje se extiende más allá del deporte y alcanza a la propia vida del deportista. Los mata. Les deja secuelas irrecuperables. Fíjense sino en cómo la ELA ha ido sesgando la vida de futbolistas italianos que jugaron en Serie A durante los setenta. O en la larga lista de muertes que atesora el ciclismo, la más reciente, Frank Vanderborucke, juguete roto de este deporte, crónica de un final anunciado con anterioridad. Quienes pregonan la barra libre dejan de lado normalmente que el dopaje no es una cuestión meramente deportiva y ética: es una cuestión vital. Es absolutamente dañino para la salud y causa en numerosas ocasiones la muerte a quien se ha adentrado en sus medicamentos prohibidos como ratas de laboratorio.

[Eufemiano Fuentes. Sobran las palabras]

Si hay un deporte lacerado por encima de todos los demás por la enorme mancha del dopaje es el ciclismo
. No es casual: se trata de un deporte radicado prácticamente en el rendimiento físico y por ende, propicio para mejorar tal rendimiento por medio del dopaje. El talento no se puede comprar por catálogo en la consulta de los hermodruidas, pero el rendimiento fisiológico sí. Que el deporte está manchado es evidente, pero que la lucha —no en España, precisamente— que se lleva a cabo contra su cáncer, las jeringuillas, es mayor que en el resto de deportes, también. Hoy ha sido hallado muerto Agustín Sagasti, primer corredor del Euskaltel que consiguió una victoria profesional. Se retiró del ciclismo con 23 años y ha fallecido con 39. Su corta carrera profesional no parece indicar que el dopaje haya sido causa de su deceso, pero hace reflexionar.

¿39 años? Puerta murió mucho más joven, y Jarque, este verano, lo hizo con 26. ¿Es casual que dos futbolistas mueran de paro cardíaco tan jóvenes? ¿Es normal que De la Red no pueda jugar al fútbol más? ¿Es normal que Frederick Nolf fallezca con 21 años mientras disputada el Tour de Qatar? Barra libre pregonan, los muy ignorantes.

[Madrid 2016 cayó, de nuevo, entre otros motivos, por sus deficiencias en la lucha contra el dopaje]

La realidad del dopaje es triste para quienes desean abrir los ojos y desmarcarse de la propaganda oficial. En España, tras la Operación Puerto, se aprobó la Ley Antidopaje por la cual doparse se consideraba delito, al igual que en Francia, y el entorno del dopado sería perseguido para averiguar la verdad. De aquellas buenas intenciones de Jaime Lissavetzky ha quedado más bien poco por su negligente gestión. ¿Qué sabemos del entorno de Astarloza? ¿Y de Antonio Colom? Absolutamente nada. Oscurantismo. Borrón y cuenta nueva, aquí no ha pasado nada, nos jugamos demasiado en Madrid 2016.

[Astarloza, uno de los últimos ciclistas cazados del que sabemos poco más]

Nos extrañamos a posteriori que en el extranjero desconfíen. Lo hacen con razón porque aquí nos negamos a ver la realidad. Por cierto, la autopsia de Jarque sigue sin hacerse pública. Creemos que con haber desvelado a medias la Operación Puerto estamos curados de espanto y nos escandaliza asumir que algunos medios nacionales identifiquen a esta nuestra gloriosa nación como el paraíso del dopaje. No es para menos. Ustedes mismos, calculen mentalmente, ¿cuántos ciclistas han sido sancionados por la Operación Puerto? Cero. Ni siquiera por delitos contra la salud pública. Apartados del circuito profesional y punto. ¿Cuántas niñas de quince años han de doparse para que la sociedad comprenda que hay que erradicar tamaña lacra? Lo desconozco. La larga sombra negra que persigue al ciclismo no es el dopaje. Es la propia sociedad que lo mira con ojos recelosos de saber la verdad, de conocer que sus glorias deportivas son un fraude, de asumir que las muertes de sus ídolos obedecen a causas del destino, de comprender que el daño es irreparable, que la gangrena se extiende y que es medianamente normal que los adolescentes caigan en la trampa. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y así nadie puede hacer nada. España y su triste realidad. La sociedad, en términos genéricos, y su negación de la realidad. Eso es el dopaje. Y mientras tanto, algunos seguirán clamando por la barra libre.

Imagen | Cor Vos, Marca, El Mundo, Diario Vasco, Cinco Días

martes, 10 de noviembre de 2009

La temporada del Columbia

En el ciclismo de siempre hay equipos. En el ciclismo de los últimos veinte años hay súperequipos. Ahí está la ONCE de sus buenos tiempos, el Us-Postal, la Selección Española del mundial de Verona en 2004, o el Team Columbia HTC de 2009, sin ir más lejos. ¿Saben ustedes cuántas victorias se han embolsado los jóvenes corredores del que antaño fuera el T-Mobile? 85. Ochenta y cinco, eighty-five, fünfundachtzig, quatre-vingt cinq. Recítenlo en los idiomas que deseen porque seguirá pareciendo igual de inverosímil. Todo un logro metahumano personificado en tres corredores: André Greipel, el dominador absoluto del sprint en la Vuelta, Edvald Boasson Hagen, el noruego que se llevó el Eneco Tour, el Tour de Gran Bretaña y la Gante-Wevelgem, y, cómo no, Mark Cavendish, el nuevo tiránico dominador de los sprints que se ha llevado 24 victorias en 2009, entre ellas cuatro etapas del Giro, seis del Tour y la Milan-San Remo —remontando de esta manera tan bestial—.



¿Qué es el Columbia? ¿Son personas humanas? ¿Son cyborgs venidos del futuro destinados a dominar el sprint por el resto de los días de esta nuestra humanidad? Van como motos y ganan durante toda la temporada, sin descanso. Su sed es insaciable e imponen su tiranía, especialmente, al sprint. Para el recuerdo, por ejemplo, la Vuelta a Suiza de este mismo año, donde se llevaron seis etapas de ocho. Cojan aire y reciten conmigo: Rogers, Greipel, Cavendish, Henderson, Rabon, Lövkvist, Martin, Boasson Hagen, Albasini, Pinotti, Siutsou, Grabsch, Eisel, Kirchen, Hincapie y Monfort. T-o-d-o-s han ganado algo este año. De enero a octubre. Jamás se vio semejante dominación en el pelotón internacional, jamás hubo un equipo que se impusiera en tan variopintos lugares como Qatar o Missouri, jamás existió máquina perfecta que venciera en todos los meses del calendario. El asunto no queda ahí: 28 segundos puestos y 32 terceros.

¿Y saben quién entrena tan perfecta máquina de dominación universal? Bob Stapleton, quien fuera en su día director del T-Mobile de Ullrich y Sevilla. Les cuento, para quienes no estén familiarizados con las truculentas idas y venidas de algunos equipos ciclistas en los últimos años. El T-Mobile desapareció porque su patrocinador se cansó de que sus corredores le tomaran el pelo. En aquel T-Mobile de Sinkewitz se encontraba tres cuartas partes de la actual plantilla del Team Columbia HTC, entre ellos el golden-boy Cavendish. Tras la desaparición del patrocinador y ante la imposibilidad de encontrar uno nuevo, Bob Stapleton puso de su bolsillo el dinero necesario, unos 12 millones de euros —¿y de dónde obtiene el dinero un director de equipo ciclista?—, para que la estructura no se fuera al carajo por aquello de "es un grupo muy bueno de corredores". El equipo pasó a llamarse High Road y comenzó 2008 sin patrocinador.

[Lo habitual este año, Cavendish entrando primero]

El espectacular rendimiento del conjunto en la primera mitad de temporada, Giro de Italia de Contador incluído, atrajo a una marca de deportes americana, Columbia, que engalanó su maillot de cara al Tour de Francia donde, vaya por dios, Cavendish se sale y logra cuatro etapas. Algarabía, felicidad. Ni medio año en conseguir patrocinador y un conjunto de corredores que alcanza las 77 victorias aquel año. Una auténtica barbaridad superada tan sólo por el increíble registro de 2009. Lo del Columbia no tiene nombre. Da pánico pensar qué harían si agarraran a algún vueltómano mediocre y lo prepararan como sólo ellos saben hacer para ganar el Tour. Podríamos asistir al nuevo récord ininterrumpido de diez Tours victoriosos. En fin, de momento podemos respirar tranquilos. Aún no se han interesado en grandes vueltas, Kirchen y Monfort no valen para ello. ¿Alcanzarán las 100 en 2010? Uno ya no sabe de qué sorprenderse la verdad.

Imagen | Bicycle

domingo, 8 de noviembre de 2009

Contador y su pasado (y III)

Tras su eclosión como ciclista a Contador le llovieron elogios por todas partes. Salvador, ejemplo, futuro, limpieza y toda la retahíla de esperanza fingida que acompaña siempre a la prensa española cuando el ciclismo da alguna alegría. Pocas son las excepciones, tristemente, que deciden no creerse cualquier pasquín alabando las virtudes del nuevo héroe. ¿Dónde quedó el periodismo crítico? Se desconoce y se ofrece recompensa por su captura. Sea como fuere, Contador ya era un fenómeno de masas. Sin embargo era un fenómeno de masas sin equipo, ya que la estructura del Discovery Channel desaparecía.

Así que Contador, al verse sin equipo, decidió apostar sobre seguro, mantener el camino que llevaba hasta entonces. Se largó al Astaná de Kloden y los kazajos donde previamente había aterrizado Johann Bruyneel, su ahora máximo valedor y maestro de ceremonias. Como decíamos hace un par de posts, no es casual que Contador haya estado toda su vida bajo el mandato de directores tan oscuros como Manolo Saiz, culpado y excluído del mundo ciclista en España tras el escándalo de la Operación Puerto, del que era uno de sus principales protagonistas, y Johann Bruyneel, director de Lance Armstrong y el Us Postal-Discovery Channel imposible de los siete Tours seguidos, Padrnos escalador y los gregarios positivos tras abandonar la escuadra. Y porqué no decirlo, el Bruyneel ciclista de la ONCE de los 90.

El pinteño decidió continuar con su maestro y se fue al Astaná junto a Leipheimer, otro viejo amigo de Bruyneel. Y conoció la noticia en febrero: su sueño, el Tour, le era imposible. Baste recordar que el Astana en la temporada anterior había sido protagonista de cuatro positivos como una catedral: Vinokourov, Kasheskin, Kessler y Mazzoleni. El de Vinokourov llegó en pleno Tour tras una de las habituales exhibiciones metahumanas del kazajo, dejándose 28 minutos en un día para ganar la contrarreloj y otra etapa más escapado al siguiente. Muy habitual en ciclistas superdopados. Así que la ronda francesa decidió que ya bastaba de humillaciones en su propia casa y vetó al Astana para 2008. Pobre Contador, gritamos en España, él no tiene la culpa de nada. En Francia fueron expeditivos: "Mientras corra en el Astana no correrá el Tour".

El Tour debía saber perfectamente lo que se cocía en aquel Astana. Más o menos como el Giro, quien tomo una decisión semejante a la de los franceses e impidió al Astana acudir a sus carreteras. Entre tanto, Contador, desolado, hizo su temporada. Ganó en Castilla y León, ganó en País Vasco y de repente, mientras estaba de vacaciones con su novia, le llegó la noticia de que el Giro necesitaba un equipo para suplir a otro que se había retirado. El Astana fue el elegido por la organización italiana y Contador hubo de interrumpir su estadio vacacional y de modificar su planificación de la temporada para acudir a Italia sin ningún tipo de presión. ¿Sin presión? El paso de los días consiguió que Contador, antes de que empezara la montaña, se hubiera colocado como el primer favorito en la general. Primera etapa de montaña y líder a pesar de perder tiempo con casi todos los corredores importantes. Fue la tónica de su Giro: a excepción de las contrarrelojes y de la cronoescalada a Plan de Corones, perdió tiempo en todas las llegadas en alto. Ricco' fue el principal enemigo, a la postre dopado, y Sella el animador bombado de EPO CERA.

Contador se llevó el Giro en la última crono y en una bonita etapa que transcurrió por Gavia, Mortirolo y Aprica, el temido tridente de los Dolomitas. Como siempre en España se aprovechó su nueva condición de campeón del Giro, de nuevo pionero tras Indurain, para hacer campaña propagandística. Lo de TVE fue triste y desternillante: cuando comprobaron que Contador caminaba hacia la victoria enviaron un equipo especial a Italia, a falta de tres etapas, para retransmitir la ronda italiana cuando hasta entonces no había merecido mayor antención que veinte segundos de telediarios. Como les decía, éste es el periodismo deportivo de éste país y así se trata al ciclismo. En el plazo de diez meses Contador estaba a un solo paso de conseguir la triple corona del ciclismo: una victoria en una Vuelta diseñada para él y entraría en la leyenda.

En diez meses. La ecolsión de Contador fue increíble, pero reparen en el detalle: venció un Giro viniendo de unas vacaciones, sin apenas preparación para la ronda y con pocos kilómetros en las piernas. Toda una proeza sin duda, al alcance únicamente de un genio en lo suyo como él. ¿Adivinan que es lo suyo? Escalar montañas y pulverizar tiempos en el crono, faltaría más. Por cierto, esta vez tampoco era el líder del equipo. En teoría Kloden y Leipheimer estaban en un pico de forma mucho más óptimo que el pinteño, pero los descalabros de sendos eternos segundones propiciarion el resto.

Vio el Tour de Sastre en casa y se preparó para la Vuelta. A estas alturas de la película pocos dudaban ya de su victoria en la ronda española, así que partía como el máximo y prácticamente único favorito. Valverde tuvo otra de sus brillantes pifiadas camino de Sauces, Sastre hizo lo que le caracteriza, a su ritmo y podio, y sólo Lepiheimer estuvo a la altura del madrileño. De hecho Contador, que se vistió de oro en el Angliru y no lo soltó hasta el final llevándose dos etapas, ganó la Vuelta gracias a las bonificaciones, no al tiempo que le sacó a su americano compañero.

Y en 2009 lo que ya comentamos. Consideraba esencial repasar la trayectoria de Contador no tanto por su repentina explosión como dominador absoluto del ciclismo internacional en las grandes vueltas como por los equipos y las compañías que ha frecuentado. Contador ahora se enfrenta a una encrucijada interesante: un nuevo equipo. La llegada de Armstrong secundó su figura a un segundo plano para Bruyneel, y el belga ha decidido, como era de esperar, seguir al tejano al RadioShack y con él tantos otros como Kloden o Leipheimer. Su continuidad en el Astana parece fraguada y evidente, aunque el Caisse y el Quick Step lo seguirá intentando a toda cosa, y recientemente, el Lotto, tras la marcha de Evans, también parece interesado. Sea como fuere, Contador correrá al año que viene lejos de Bruyneel con todo lo que ello significa. ¿Su rendimiento? Él ya avisa: temporada de transición. Ya.

Imagen | As, Amigos del ciclismo, El País, Google Images

viernes, 6 de noviembre de 2009

Contador y su pasado (II)

Año 2007. Retomamos la particular historia de Alberto Contador en el mundo ciclista. ¿Recuerdan que habíamos dejado a nuestro intrépido protagonista en el Discovery Channel, una vez abandonó el equipo de Saiz tras el escabroso escándalo de la Operación Puerto? Hablemos pues de su nuevo equipo. El Discovery Channel. Anteriormente Us Postal, Motorola y 7Eleven. El mismo conjunto en el que Armstrong desarrolló la práctica totalidad de su carrera deportiva y con el que consiguió siete Tours de Francia, el conjunto imposible dirigido por Bruyneel que enfilaba a todo el pelotón en todos y cada uno de los puertos de la ronda francesa. El equipo lanzadera, por la peculiar manera de caer poco a poco los gregarios del tejano, a quien llevaban en corderetas hasta la cima.

Allí llegó Contador dos años después de la retirada de Lance Armstrong. No lo hizo como líder, a pesar de que Bruyneel se deshacía en elogios hacia el pinteño, sino como posible gregario de Ivan Basso, la esperanza italiana, ganador del Giro de Italia en 2006 con exhibiciones de otro planeta, implicado en la Operación Puerto y durante los últimos años de carrera de Armstrong, segundo espada oficial. El heredero, decían. Uno de los más fraudulentos ciclistas que conoce la historia reciente de este noble por lacerado deporte. Basso era el jefe de filas para el Tour de Francia 2007 pero, vaya por dios, el CONI de la mano del incansable Ettore Torri, el mismo juez que ha sancionado a Valverde, consiguió una muestra de sangre y la cotejó con la bolsa de Birillo. Birillo, por si no lo recuerdan, era el perro de Basso. Como era un puzzle de sencilla resolución, ya ven, Eufemiano no pecaba de original precisamente, Basso fue sancionado dos años por el TAS. Y así Popovych, ucraniano, tercero en el Giro en 2003 y ganador de una etapa frente a Ballan y Freire en el Tour del año anterior, pasó a ser el jefe de filas del Discovery en el Tour del 2007.

¿Contador? En el ostracismo. Ya ven, sancionan al lider máximo para la ronda francesa y aún sigue siendo gregario. El tiempo sin embargo le daría razón. Por cierto, gregarios, interesantes tipos en la estructura amparada por Bruyneel. Enumero: Hamilton, Heras, Landis y Beltrán. ¿Qué tienen en común? Que todos fueron gregarios de Armstrong y que todos, tras abandonar el redil americano, dieron positivo. ¿A qué conclusión podemos llegar? ¿A que en el Us Postal no se dopaban o a que lo hacían y jamás les pillaron dado el avance médico del equipo? Uhm. Sigamos. Llegó el Tour y en la primera etapa pirenaica, con final en Tignes, Popovych se hunde y Contador llega con los favoritos tras pinchar y remontar de manera espectacular en pleno puerto. La etapa la ganó Rasmussen y se puso líder, Valverde aguantó con todos los demás y Mayo hizo segundo, qué tiempos aquellos. Como Valverde seguía ahí, nadie reparó en la proeza del joven escalador madrileño.

Pero llega la decimotercera etapa, contrarreloj en Albi y Valverde desaparece del mapa. La etapa la ganó Evans y Contador hizo sexto para sorpresa de todos los aficionados. Se colocó segundo en la general, relativamente cerca de Rasmussen y con oficialidad, pasó a ser la nueva esperanza del ciclismo español para vencer una vez más un Tour en la carretera y no en los despachos. El resto lo conocerán todos. Ganó en Plateau de Beille solo solito con Rasmussen tras una apertura de patas descomunal de Evans, saltó y saltó hasta cinco veces en el Peyresourde pero no logró descolgar al danés y se jugó todas sus cartas en la etapa que finalizaba en el descomunal Aubisque. Probó suerte un par de veces, siempre ayudado por Leipheimer, pero en los tres kilómetros finales Rasmussen impuso su ley y ganó una etapa marcada por esta bonita exhibición del ciclismo español: de los veinte primeros, once españoles. Contador se dejó medio minuto con Rasmussen e incluso Lepiheimer fue capaz de superarle. Hunidmiento nacional, el gozo español en un pozo.

La distancia superaba los tres minutos frente a un intratable Rasmussen que había mejorado en contrarreloj. Pero, sorpresa, sorpresa, Rasmussen es expulsado del Rabobank. ¿La historia? Verán, desde que el danés agarrara el liderato en Tignes, la UCI se ufanó en recordar que el ciclista del Rabobank había pasado desaparecido dos meses de competición, sin paradero conocido alguno. ¿La excusa? En México, preparando con su mujer el Tour de Francia. Todo muy oscuro y sospechoso ya que ni el propio equipo holandés conocía el paradero de Rasmussen. La cosa se complicó cuando Davide Cassani, comentarista de la RAI, afirmó haber visto a Rasmussen en los Dolomitas, Italia, vestido de negro subiendo un puerto mientras llovía en una fecha en la que teóricamente debía estar en México. Rasmussen se saltó dos controles de la UCI y ocultó su paradero, o al menos, no lo hizo saber a tiempo. Por todo ello, muy sospechoso, para qué engañarnos, fue expulsado. La UCI y el Rabobank podrían haberlo hecho antes ya que conocían la situación de Rasmussen antes de que comenzara la ronda francesa, pero jamás imaginaron el rendimiento sorprendente de un escalador alocado sin aspiraciones de campeón.

Tras su victoria en el Aubisque, Rasmussen desapareció del mapa y Contador, sin montaña de por medio en la que defenderse, se puso de líder. Defendió habilmente su escasa distancia frente a Evans y Leipheimer y el resto también lo conocen. Héroe, nueva promesa, limpio, refulgente, tan blanco nuclear que es necesario llevar gafas de sol para observarle, como en los funerales. Contador vivió el sueño de todo ciclista a pesar de que ganó el Tour, como Pereiro, en los despachos. Por cierto que antes de ganar el Tour ya se había salido en la Paríz-Niza, conquistándola por primera vez para un español desde Miguel Indurain. Sin embargo, el pobre Contador se quedó sin equipo porque, vida injusta ésta, Discovery Channel se cansó de su patrocinio y decidió destinar su dinero a mejorar Cazadores de Mitos. ¿Y qué haría el pobre Alberto ahora? Menuda pregunta. Seguir la estela. Al Astana otra vez. Pero de la mano de Bruyneel.

Imagen | Google Images, El Mundo, El Periódico