miércoles, 11 de noviembre de 2009

La larga sombra negra que persigue al ciclismo

El dopaje es una lacra que se extiende más allá del puro deporte. Abarca también a la Administración Pública, últimamente obsesionada con hacernos ver que España lucha contra el dopaje cuando las noticias más recientes indican todo lo contrario. Abarca al periodismo, y qué mejor ejemplo de ello que Carlos Arribas, periodista de El País que destapó la Operación Puerto a medias por aquello de que "no hubiera una generación perdida". La historia de Arribas tiene su miga: de destapar en exclusiva mundial la mayor redada contra el dopaje en la historia a convertirse en un aférrimo defensor de Valverde o Contador, dos ciclistas implicados, hasta el punto de ocultar la reseña 18.Valv.(Piti), tan famosa y que le ha causado al murciano una sanción de dos años en Italia. Y abarca también al deportista una vez finaliza su periplo deportivo. Pruebas de ello lo encontramos en el erróneamente idolatrado Pantani se suicidó—, en el martirizado Chaba Jiménezconsumido por su adicción—, o en Fignon, doble ganador de Tour de Francia que ha publicado hace bien poco una autobiografía en la que desvela los entresijos del dopaje de principios de los 90. Tiene cáncer. Vivirá como mucho dos años.

La sombra del dopaje se extiende más allá del deporte y alcanza a la propia vida del deportista. Los mata. Les deja secuelas irrecuperables. Fíjense sino en cómo la ELA ha ido sesgando la vida de futbolistas italianos que jugaron en Serie A durante los setenta. O en la larga lista de muertes que atesora el ciclismo, la más reciente, Frank Vanderborucke, juguete roto de este deporte, crónica de un final anunciado con anterioridad. Quienes pregonan la barra libre dejan de lado normalmente que el dopaje no es una cuestión meramente deportiva y ética: es una cuestión vital. Es absolutamente dañino para la salud y causa en numerosas ocasiones la muerte a quien se ha adentrado en sus medicamentos prohibidos como ratas de laboratorio.

[Eufemiano Fuentes. Sobran las palabras]

Si hay un deporte lacerado por encima de todos los demás por la enorme mancha del dopaje es el ciclismo
. No es casual: se trata de un deporte radicado prácticamente en el rendimiento físico y por ende, propicio para mejorar tal rendimiento por medio del dopaje. El talento no se puede comprar por catálogo en la consulta de los hermodruidas, pero el rendimiento fisiológico sí. Que el deporte está manchado es evidente, pero que la lucha —no en España, precisamente— que se lleva a cabo contra su cáncer, las jeringuillas, es mayor que en el resto de deportes, también. Hoy ha sido hallado muerto Agustín Sagasti, primer corredor del Euskaltel que consiguió una victoria profesional. Se retiró del ciclismo con 23 años y ha fallecido con 39. Su corta carrera profesional no parece indicar que el dopaje haya sido causa de su deceso, pero hace reflexionar.

¿39 años? Puerta murió mucho más joven, y Jarque, este verano, lo hizo con 26. ¿Es casual que dos futbolistas mueran de paro cardíaco tan jóvenes? ¿Es normal que De la Red no pueda jugar al fútbol más? ¿Es normal que Frederick Nolf fallezca con 21 años mientras disputada el Tour de Qatar? Barra libre pregonan, los muy ignorantes.

[Madrid 2016 cayó, de nuevo, entre otros motivos, por sus deficiencias en la lucha contra el dopaje]

La realidad del dopaje es triste para quienes desean abrir los ojos y desmarcarse de la propaganda oficial. En España, tras la Operación Puerto, se aprobó la Ley Antidopaje por la cual doparse se consideraba delito, al igual que en Francia, y el entorno del dopado sería perseguido para averiguar la verdad. De aquellas buenas intenciones de Jaime Lissavetzky ha quedado más bien poco por su negligente gestión. ¿Qué sabemos del entorno de Astarloza? ¿Y de Antonio Colom? Absolutamente nada. Oscurantismo. Borrón y cuenta nueva, aquí no ha pasado nada, nos jugamos demasiado en Madrid 2016.

[Astarloza, uno de los últimos ciclistas cazados del que sabemos poco más]

Nos extrañamos a posteriori que en el extranjero desconfíen. Lo hacen con razón porque aquí nos negamos a ver la realidad. Por cierto, la autopsia de Jarque sigue sin hacerse pública. Creemos que con haber desvelado a medias la Operación Puerto estamos curados de espanto y nos escandaliza asumir que algunos medios nacionales identifiquen a esta nuestra gloriosa nación como el paraíso del dopaje. No es para menos. Ustedes mismos, calculen mentalmente, ¿cuántos ciclistas han sido sancionados por la Operación Puerto? Cero. Ni siquiera por delitos contra la salud pública. Apartados del circuito profesional y punto. ¿Cuántas niñas de quince años han de doparse para que la sociedad comprenda que hay que erradicar tamaña lacra? Lo desconozco. La larga sombra negra que persigue al ciclismo no es el dopaje. Es la propia sociedad que lo mira con ojos recelosos de saber la verdad, de conocer que sus glorias deportivas son un fraude, de asumir que las muertes de sus ídolos obedecen a causas del destino, de comprender que el daño es irreparable, que la gangrena se extiende y que es medianamente normal que los adolescentes caigan en la trampa. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y así nadie puede hacer nada. España y su triste realidad. La sociedad, en términos genéricos, y su negación de la realidad. Eso es el dopaje. Y mientras tanto, algunos seguirán clamando por la barra libre.

Imagen | Cor Vos, Marca, El Mundo, Diario Vasco, Cinco Días

4 comentarios:

  1. En todos los deportes existe el dopaje. En todos los países existe el dopaje. Ahora bien, en el ciclismo hay más dopaje entre sus deportistas que en otros. ¿Por qué? Muy sencillo. El ciclismo es el deporte más duro que existe. El hombre contra la montaña. El hombre contra ascensiones del 7%. Solo, sin ayuda. Esto es el ciclismo en su esencia, como debería ser. Pero es imposible. El ciclista necesita de ayudas para ascender a puertos verticales. No las necesita el futbolista para practicar su profesión ni el motociclista para que su moto corra más. Algunos ciclistas se exceden en su consumo de sustancias dopantes y eso, a la larga, o hace que les atrapen con las drogas en el cuerpo o les pegue un chungazo y se mueran.

    En el fútbol, donde también nombras los casos de Puerta y Jarque (D.E.P) no creo que las muertes sean por doparse para el deporte, sino que son consumidores de drogas y en algún momento les falla el cuerpo. Para jugar al fútbol no hace falta el dopaje. Para el ciclismo es mucho más necesario, más que nada porque el ciclismo es mucho más duro.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Para el fútbol no es necesario doparse en la parcela técnica. La fisiológica se puede aumentar. Inidaga sino por el ELA que afecta a más de una treintena de futbolistas de los setenta que jugaban en Italia. O los casos de Stam, Cannavaro, De Boer, Ferdinand, Davids o la Juventus al completo. Culpables por dopaje.

    En el fútbol hay dopaje. Puede que sea menos determinante pero existe y sigue siendo inmoral y dañino.

    Desde luego en lo de Puerta y Jarque lo bordas. Pasan de ser dopados a drogatas de barrio.

    ResponderEliminar
  3. No hablo de drogatas de barrio. La consumición de todo tipo de drogas está a la orden del día en la sociedad española, y sea una u otra no creo que sean para rendir más en el deporte, por mucho que no se quiera sacar a la luz y que se esconda bajo el silencio o bajo 'la sombra del dopaje'.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. ¿Entonces la conclusión es que Puerta y Jarque se drogaban como actividad ociosa? Me hallo intrigado por la respuesta.

    ResponderEliminar