martes, 13 de octubre de 2009

Gilbert repite en Tours

Cuando a siete kilómetros de meta el tremendo Van Avermaet —ganó el año pasado en Sabiñanigo en la Vuelta y se llevó el maillot azul de la regularidad, desde entonces ni rastro de él— atacó, la París-Tours se confirmó como una de las carreras más bonitas y espectaculares de todo el calendario. Una clásica de primer rango olvidada por el gran público dentro de nuestras froteras. Atacó Van Avermaet y la 2, encargada de emitir la carrera por el contrato que TVE mantiene con ASO —a cambio del Tour, han de echar otras carreras organizadas por los franceses—, estaba en publicidad. A siete kilómetros del final de una prueba centenaria, con una participación de primera calidad y en el momento determinante de la carrera: el primer muro.

Así que quienes no tenían Eurosport debieron soportar los útiles consejos publicitarios mientras el belga se llevaba consigo a Borut Bozic, ganador este año en la Vuelta, del Vacansoleil, Tom Boonen y Philippe Gilbert, vigente campeón y máximo favorito. Cuatro corredores que dejaron por detrás al pelotón y que desmontaron un día más el mito de la clásica de los sprinters. Deberían obviar tal nombre. Le pega mucho más el de las hojas muertas, por la cantidad de hojas derramadas por los árboles a ambos lados de la carretera, una vez el otoño hace acto de presencia. Y allí estaba Van Avermaet. Lanzando a su compañero de equipo, Gilbert, haciendo de la Paris-Tours un espectáculo memorable cada año que pasa. Dando motivos por los que seguir enganchándose al televisor cada vez que hay un evento de este tipo. Sin embargo, su esfuerzo, si bien no fue baldío, duró poco.

Porque al siguiente muro se quedó. Y mientras el pelotón trasero se fragmentaba en mil pedazos por culpa de una caída en un estrecho paso entre dos muros, la carrera quedaba vista para sentencia. Serían tres corredores quienes buscarían la victoria en la mítica y larguísima avenida de Grammont, de más de un kilómetro de longitud. ¿Tres? Un clasicómano, otro que lo es y que antaño fue sprinter y un invitado del que desconocíamos su faceta de clasicómano. Esto es, victoria para el que debería ser sprinter. ¿No? No. Boonen, antaño dominador en las llegadas masivas, ya no gana al sprint. Cuesta imaginarle imponiéndose en una volata, ya que, tras su segundo positivo por cocaína, ha mutado. Es un corredor espléndido en el pavés, pero sufre entre los más rápidos. Y así, sabedor de quien fue, golpea el manillar cuando entra segundo en un error evidente en la llegada.

Antes de eso Pozzato optó por perseguir, como ya hiciera en Roubaix. Sin éxito. No alcanzó al tercerto de cabeza. Terceto que se plantó en Grammont perseguido, pero inalcanzable. La toma no tiene precio. Una larga avenida donde se aprecia la composición de la carrera, donde se atisba a ver a un grupo alejado veinte segundos, donde el espectador obtiene el imborrable recuerdo de ver cómo unos pocos privilegiados se disputan el sprint mientras a sus espaldas otros tantos luchan por las migajas de la París-Tours. Quienes luchaban por la victoria esperaron a los últimos metros. Mantuvieron, los tres, sus posiciones. Y sin embargo, el menos favorito de todos ellos al sprint, Gilbert, el teórico corredor más lento, se abrió a la izquierda, pegado a la valla, levantando las hojas muertas, pletórico de potencia y energía, de sabiduría, y Boonen, quien acaparaba todas las miradas como favorito, siguió a Bozuc. Desconozco si la decisión se debió a un menosprecio a Gilbert, respeto al esloveno o simple y llanamente fallo de cálculo. Pero cuando quiso alcanzar a Gilbert, golpeando los pedales con virulencia, era demasiado tarde. El valón ya tenía su segunda Tours. El único logro en el que supera a un tipo como Merckx: nunca la ganó.

[El momento en que atacó Van Avermaet y la carrera se rompió]




P.D.

Ha muerto Frank Vandenbroucke. Un juguete roto más que se suma a una larga lista. Es todo muy oscuro: llevaba hundido en un pozo de miseria muchos años, víctima del alcohol, de su mala cabeza, de las drogas y del dopaje. Víctima de un deporte viciado y triste. Se fue degradando progresivamente en el circuito internacional hasta que hubo de pasarse por Tom Boonen en una carrera amateur italiana para poder participar. Le pillaron. Fue su enésimo escándalo, su enésima penosa noticia. La última es la de su muerte, Arribas le dedica esta sentida pieza. Para el recuerdo su clase, su elegancia, su Lieja y su exhibición camino de Ávila en 1999. Y, huelga decirlo, su vida alocada y repleta de dopaje y droga, aunque cuesta adivinar la diferencia.



Imagen | El Mundo, Cyclingnews

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