miércoles, 23 de septiembre de 2009

Merecemos lo que tenemos

Se acerca el Mundial de Mendrisio con todo lo que ello conlleva. La última gran cita de la temporada para el gran público no especializado ni, normalmente, interesado en el ciclismo. Hay mundial. Hay espectáuclo. Este año más que nunca con un circuito que supera un desnivel de más de cuatro mil metros, superior al de la Lieja y tan sólo inferior al que hubo en Duitama, último Mundial ganado por un tipo capaz de lucirlo en los grandes puertos, Abraham Olano. El recorrido es duro porque cuenta con dos cotas superiores al 8% —aunque de escasos dos kilómetros— siendo una de ellas, presumiblemente, la definitoria del grupo final que se jugará el campeonato. El recorrido, las estrechas carreteras, todo huele a clasicómano luciendo el maillot arcoiris en las clásicas del norte durante la primavera. Espectáculo señores, esto es ciclismo. Por lo que sucede en la carretera y por lo que sucede fuera de ella.

En España, más allá de Valverde, la Vuelta y el propio Mundial, que tan sólo merecerá atención si un nacional se impone en el circuito suizo, el espectáculo está en lo que sucede cuando las carreteras terminan. Cuando la competición finaliza. En plena Vuelta se conoció el positivo de tres corredores del Liberty Seguros portugués —a las órdenes de Manolón, nada por lo que debamos sorprendernos—, dos de ellos españoles. Héctor Guerra y el reincidente Isidro Nozal, el tipo del rendimiento imposible en aquella vergonzosa Vuelta de 2003. No me detendré en Nozal, ejemplo plausible de cómo el dopaje hace de corredores mediocres campeones en Grandes Vueltas, pero sí lo haré en Héctor Guerra por la relevancia que cobra durante los Mundiales de Mendrisio.

Héctor Guerra comenzó en el Relax, pero con rápido ritmo, viendo las innumerables ventajas de correr en Portugal, se pasó a equipos continentales portugueses. Etapas en la Vuelta a Portugal, Clásica de los Puertos, Vuelta a la Comunidad de Madrid —por encima de Valverde durante este Julio—, etapas de la Vuelta a Asturias, un palmarés pobre pero nada desdeñable para un ciclista que iba a más. Y tanto que iba a más. Como que José Luis De Santos le había convocado para el Mundial de Contrarreloj. A él y a su compañero Rubén Plaza, flamante y orgulloso campeón nacional, implicado en la Operación Puerto. He aquí la miseria del ciclismo español. Se preguntarán en la prensa porqué la UCI tiene sus reticencias a la hora de admitir a Valverde, porqué nos persiguen, porqué Contador ha de demostrar su inocencia y serán incapaces de analizar porqué desde la Federación Española se convoca a ciclistas sospechosos. La máxima de si no hay positivo no hay dopaje es una lacra que prolifera en cada esquina del ciclismo profesional en ruta español.

Sí, aceptémoslo. Si no hay positivo no hay dopaje. Bien, los papeles de Eufemiano Fuentes indican todo lo contrario —baste observar que ultra-dopados como Joseba Beloki jamás dieron positivo en su vida—, pero intentaremos ver que si no hay positivo no hay dopaje y, por tanto, no hay motivo para castigar. A pesar de ello, a pesar de la limpieza absoluta de todos nuestros corredores —ahí está Cobo, protagonista del espectáculo del Saunier en el Tour tras Riccó y Piepoli, hombres de honrada reputación y trayectoria— desde el estamento pertinete deberían entender que las apariencias, en tiempos como éste, importan. Si no queremos ser señalados ni perseguidos, como poco, deberíamos ahorrarnos convocar a Héctor Guerra, corredor criado en Portugal —¡Portugal!— y a las órdenes de Manolo Sáiz y a Rubén Plaza, de conocido historial. Plaza, de hecho, ni siquiera tiene la excusa de haber pagado su dopaje. Nunca ha sido sancionado.

[El podio de los mártires, de este mismo año]

Ante este panorama hay Mundial. Claro que lo hay. Acude España esperanzada, con un Freire en estado de forma pésimo, con Samuel Sánchez el hombre para todo y para nada, con Valverde, el sancionado por el CONI y perseguido por todos para que tal sanción se haga efectiva a todo el mundo, con Cobo, del Fuji-Servetto, la máquina de Matxín, con Rubén Plaza, campeón de España y, sobre todo, con un seleccionador imprudente e irresponsable. O excesivamente listo, quien sabe. En fin, el domingo, Mundial en ruta. Un día antes, no veremos a Héctor Guerra corriendo contra el crono. Observaremos a ese culogordo y come kilómetros llamado Juan José Cobo luchar contra los mejores especialistas del planeta. En Europa nos señalan y con razón. Merecemos lo que tenemos.

Imagen | FM Ciclismo, Salir a Ganar

No hay comentarios:

Publicar un comentario